2. Justicia Social
3. Caridad y la Opción Preferencial por los Pobres
4. El Estado del Bienestar
1: Ante estos dramas de total indigencia y necesidad, en
que viven muchos de nuestros hermanos y hermanas, es el mismo Señor Jesús quien
viene a interpelarnos (cf. Mt 25, 31-46).
(Sollicitudo Rei Socialis, n. 13)
(Sollicitudo Rei Socialis, n. 13)
… la
verdadera dignidad y excelencia del hombre radica en lo moral, es decir en la
virtud; que la virtud es patrimonio común de todos los mortales, asequible por
igual a altos y bajos, a ricos y pobres; y que el premio de la felicidad eterna
no puede ser consecuencia de otra cosa que de las virtudes y de los méritos... Conociendo estas cosas, se baja fácilmente el ánimo hinchado de
los ricos y se levanta el deprimido de los afligidos; unos se pliegan a la
benevolencia, otros a la modestia.
2: ...además de la justicia
conmutativa, existe la justicia social, que impone también deberes a los que ni
patronos ni obreros se pueden sustraer. Y precisamente es propio de la justicia
social el exigir de los individuos todo cuanto es necesario al bien común.
(Divini Redemptoris, n. 51)
(Divini Redemptoris, n. 51)
Para satisfacer las exigencias de la
justicia y de la equidad hay que hacer todos los esfuerzos posibles para que,
dentro del respeto a los derechos de las personas y a las características de
cada pueblo, desaparezcan lo más rápidamente posible las enormes diferencias
económicas que existen hoy, y frecuentemente aumentan, vinculadas a
discriminaciones individuales y sociales.
Queda por instaurar una mayor justicia en
la distribución de los bienes, tanto en el interior de las comunidades
nacionales como en el plano internacional. En el comercio mundial es necesario
superar las relaciones de fuerza para llegar a tratados concertados con la
mirada puesta en el bien de todos.
La igualdad
introducida mediante la justicia se limita, sin embargo, el ámbito de los bienes
objetivos y extrínsecos, mientras el amor y la misericordia logran que los
hombres se encuentren entre sí en ese valor que es el mismo hombre, con la
dignidad que le es propia.
(Dives in Misericordia, n. 14)
No se prohíbe, en efecto, aumentar adecuada y
justamente su fortuna a quienquiera que trabaja para producir bienes, sino que
aun es justo que quien sirve a la comunidad y la enriquece, con los bienes
aumentados de la sociedad se haga él mismo también, más rico, siempre que todo
esto se persiga con el debido respeto para con las leyes de Dios y sin menoscabo
de los derechos ajenos y se emplee según el orden de la fe y de la recta razón.
Si estas normas fueran observadas por todos, en todas partes y siempre, pronto
volverían a los límites de la equidad y de la justa distribución tanto la
producción y adquisición de las cosas, cuanto el uso de las riquezas, que ahora
se nos muestra con frecuencia tan desordenado; a ese sórdido apego a lo propio,
que es la afrenta y el gran pecado de nuestro siglo, se opondría en la práctica
y en los hechos la suavísima y a la vez poderosísima ley de la templanza
cristiana.
3: La caridad representa el mayor mandamiento
social. Respeta al otro y sus derechos. Exige la práctica de la justicia y es la
única que nos hace capaces de ésta. Inspira una vida de entrega de sí mismo:
"Quien intente guardar su vida la perderá; y quien la pierda la conservará" (Lc
17, 33).
Para promover la dignidad humana, la
Iglesia manifiesta un amor prefencial por los pobres y marginados, porque el
Señor se identificó con ellos especialmente (cf. Mt 25, 40). Este amor no
excluye a nadie; simplemente, singulariza una prioridad de servicio, que goza
del testimonio favorable de toda la tradición de la Iglesia. Este amor
preferencial por los pobres, y las decisiones que él nos inspira, no puede dejar
de abrazar a las enormes multitudes de hambrientos, de mendigos, de vagabundos,
desprovistos de la asistencia médica y, sobre todo, sin la esperanza de un
futuro mejor.
4:...ese
Estado del bienestar, calificado como "Estado asistencial". Deficiencias y
abusos del mismo derivan de una inadecuada comprensión de los deberes propios
del Estado. En este ámbito también debe ser respetado el principio de
subsidiariedad.
Al intervenir directamente y quitar responsabilidad a la
sociedad, el Estado asistencial provoca la pérdida de energías humanas y el
aumento exagerado de los aparatos públicos, dominados por lógicas burocráticas
más que por la preocupación de servir a los usuarios...personas, todas ellas,
que pueden ser ayudadas de manera eficaz solamente por quien les ofrece, aparte
de los cuidados necesarios, un apoyo sinceramente fraterno.
(Centesimus Annus, n. 48)
(Centesimus Annus, n. 48)
... sobre los necesarios límites de la
intervención del Estado y sobre su carácter instrumental, ya que el individuo,
la familia y la sociedad son anteriores a él y el Estado mismo existe para
tutelar los derechos de aquél y de éstas, y no para sofocarlos.
(Centesimus Annus, n. 11)
(Centesimus Annus, n. 11)
No es justo, que ni el
individuo ni la familia sean absorbidos por el Estado; lo justo es dejar a cada
uno la facultad de obrar con libertad hasta donde sea posible, sin daño del bien
común y sin injuria de nadie. No obstante, los que gobiernan deberán atender a
la defensa de la comunidad y de sus miembros. De la comunidad, porque la
naturaleza confió su conservación a la suma potestad, hasta el punto que la
custodia de la salud pública no es sólo la suprema ley, sino la razón total del
poder; de los miembros, porque la administración del Estado debe tender por
naturaleza no a la utilidad de aquellos a quienes se ha confiado, sino de los
que se le confían, como unánimemente afirman la filosofía y la fe cristiana.
(Rerum Novarum, n. 35)
(Rerum Novarum, n. 35)
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