10/10/14

DERECHO DE ENSEÑANZA RELIGIOSA

TRIBUNA LIBRE JOSÉ ANTONIO GRELA MARTÍNEZ Doctor en Filología y teólogo Educación religiosa En respuesta a unos artículos publicados en este medio no ha muchas fechas, cuestionando la educación religiosa dentro del currículum docente y relegando la formación de la misma al ámbito doméstico, muchos padres y miembros de la comunidad educativa vienen pidiendo que se combata a esta minoría cognitiva tan escorada a babor, que pretende que todos embarquemos en la progre nao del laicismo como nuevo dogma o religión. Pues bien, dado que el conocimiento no sólo son quebrados y sintagmas, sino que la música, la educación física, la plástica, la tecnología o la teología son necesarias para la formación íntegra de la persona, es propio de aquellos progenitores más exigentes que quieran sumar cuantas más disciplinas mejor para la completa formación de su prole. Pero he aquí, que a pesar de que la enseñanza religiosa es una materia optativa y no obligatoria para ser cursada en etapas pre-universitarias, tal y como sucede en la inmensa mayoría de países del marco europeo, estos nuevos mesías ilustrados, únicos y verdaderos creadores de opinión, garantes del camino que ha de seguir la plebe, no soportan que sea ofertada ni elegida, lo cual delata su patológica y enfermiza hostilidad. Sé de buena tinta que en las clases de religión se habla del bosson de Higgs, del mito de Caín y Abel, de los se'irim, del arte sacro, de la poesía religiosa de Quevedo, de la mística, de los autos sacramentales, de autores pre-cristianos como Cicerón, del panteísmo, los socráticos, la patrística, de los universales, de la escolástica, de la polémica de auxiliis, de la de los naturales, del positivismo, del existencialismo... y hasta incluso de Nietzsche, quien afirmó que Dios había muerto, y por supuesto y sobre todo de Jesús de Nazaret, quien marcó, mal que les pese a algunos, el discurrir de los tiempos. Poder saber qué le ocurrió al papa Formoso, descubrir a los peores pontífices de la historia, los instrumentos de tortura inquisitoriales, la sábana santa, o qué orden acuñó el lema Non nobis domine..., puede resultar baladí para el quadrivium del hodierno; sólo así se explica la ignorancia previa sobre el Códex Calixtinus, sobre los mitos judeo-cristianos o sobre la crítica textual bíblica, pero privar fuentes de conocimiento por prejuicios ideológicos es un ejercicio de libertad, la misma libertad que debe existir para quien quiera aprender más. El cristianismo se fundó sobre la misión y no sobre el ámbito privado, un ámbito al que recomiendo se ciñan estos predicadores de opinión, ya que llegan tarde al Areópago y no son quienes para hablar del Dios desconocido.